Con mi caliente amante nos volvimos a ver un día por la tarde. Eran aproximadamente las dos de la tarde cuando me paso a buscar por mi casa y fuimos a la suya. En poco tiempo, nos empezamos a besar con ternura en su living hasta que considere que estábamos lo suficientemente excitados para hacer el amor. Fuimos a su cuarto, mientras que él apoyaba su pene en mi cola y me dedicaba besos en mi cuello. En su cama, nos comenzamos a desvestir de a poco hasta quedar completamente desnudos los dos. Como a mí me gusta, me le subí y comencé a besarlo y a lamerlo por todos lados hasta llegar a su pene. Allí, comencé a lamérselo con suavidad y a insertármelo en la boca lentamente, para hacerlo en loquee de las ganas. Cuando ya lo sentí gemir, me despegue de él y me recosté sobre su lado. Sin embargo, deseo que se la siguiera chupando y se sentó sobre mí, sobre mi pecho, aplastándome sobre la cama y sin dejarme escapatoria. Introdujo su pene en mi cabeza, mientras que yo hacía un esfuerzo tremendo por mantenerme, él empujaba con velocidad su pene dentro de mi boca. Luego, se sentó en mi vientre. Unió mis dos gomazas con sus manos y en el medio de ellas puso su miembro. En esta posición aproveche para continuar lamiéndoselos en las embestidas que me daba. Se detuvo justo antes de acabar en mi boca. Desesperado, me comió mis pezones, mi vientre y bajo hasta mi vagina. Esta es la mejor parte para mí. Con su lengua me lamia mis colirios, haciendo que mi leche bajara a mil por hora. Y con mi flujo metía sus dedos en mi colita. Yo sabía que era lo que él quería.
En la mejor mamada de mi historia, se decidió detener y decirme que lo esperara unos segundos. Cuando regreso, tenía algo en sus manos que no pude llegar a ver por la oscuridad del cuarto. Volvió a meterse en mi vagina y tras unas lengüeteadas, siento algo que me enfría completamente toda mi vulva. Estaba usando hielo. El efecto del frío me hizo enloquecer y más aún cuando me pasaba ese cubito por toda mi conchita y la lamia completa con su lengua calentita. El efecto frío calor en mi zona fue lo mejor que pude sentir y me hizo acabar muchas veces en poco minutos.
Ya con confianza, introdujo el hielo en mi colita y de inmediato me chupo el agujerito con destreza. Fue la primera vez que tuve un orgasmo desde ahí atrás. Como un caballero hot, me pregunto si podía meterme su pene en mi cola. Yo nunca lo había probado, pero estaba tan caliente que se la entregue sin dudar. Para mí fue una gran sorpresa que no me doliera. Él se apoyó detrás mío, en mi espala y lentamente fue metiendo su miembro en mi cola. Me decía en mi oído que si me dolía que le diga que lo iba a sacar, pero en cambio yo, saque su mano y apoye con todo mi cola en su pelvis, logrando que entrara con todo.
No puedo darles a entender lo maravilloso que es el sexo anal y lo bien que me lo hizo. Estuvimos durante quince minutos cogiendo por ahí, probando distintas poses. El me tocaba mi clítoris y me hizo acabar muchísimas VECES. Sentía su pene más que nunca y ambos gemíamos de placer.
Sin duda, el me dio el mejor sexo oral y anal que todos los demás.
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