DIGNIDAD PARA INMIGRANTES
Esos mares que tras ellos se acierta a adivinar esconden un mundo mejor. Obligados por la necesidad y la desesperación, se embarcan en pateras en busca de soluciones milagrosas para conseguir lo que se hace deseo y suponen que es una vida alejada del hambre y de las carencias que permita el alivio de las necesidades de primer orden. Y lo que no se imaginan es que a muchos de ellos, que se debatirán entre la vida y la muerte por alcanzar esas prometedoras orillas, no les deparará gran parte de lo esperado en dicho viaje y que su triste destino es, como mucho, vivir en los márgenes de una sociedad determinada para aquellos que gozan de otros privilegios de los que ellos siempre estarán ausentes, y que su insistencia por variar tan cruel paradero no está en manos de los mismos poder modificarlo, por incrédulo que pueda parecerles, ya que son muy pocos los que logran mejorar su entristecido drama vital. Por trágico que resulte, este mundo está muy mal inventado y resulta para muchos tremendamente injusto. Por lo que considero que la sociedad debería apoyar la integración y favorecer una vida digna de aquellos que se alejan de sus orígenes y sus raíces para mejorar su situación en la ardua tarea, para muchos, que supone su existencia, sin que esto supusiera un problema para nadie, desde el momento en el que estos precisasen y pudiesen ser acogidos en el seno de la misma. Y para nada caer en talantes xenófobos deshumanizantes que se olviden de nuestra condición de personas que para nada tienen que ver con culturas consideradas desarrolladas. Pudiendo evitarse, de alguna manera, esas marchas descorazonadas, invirtiéndose más en los países subdesarrollados, ofreciendo la posibilidad de generar trabajo allí donde las riquezas escasean y los modos de vida son precarios.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales