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Enviado el , clasificado en Drama
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Caminaba observando las persona pasar…

¡Oh! El reloj que aprisiona mi muñeca sonaba desafinado. Eso solo significa una cosa: es hora de mis pastillas.

Saqué el frasco naranja y las tomé.

Una señora de unos 50 años me observaba, tal vez se dio cuenta que, por el bien de todos, debía tomar las píldoras. Solo le sonreí, lamentablemente gimió diciendo: “Este es un enfermo”.

Ignoré eso.

A medida que seguí caminando, las flores caían del cielo… ¿o era la lluvia? No estoy seguro.

Sentí que las flores estaban húmedas y concluí que era lluvia disfrazada en primavera.

El agua caía en mi cuerpo y un tenue arco iris mórbido se reflejaba en el opaco y dulce cielo.

Corrí desesperado como si la guadaña de la muerte me siguiera, como si la tormenta invadiera mis sueños.

Fue entonces que me di cuenta que corría en círculos, la ciudad comenzó a deformarse y los pájaros entonaron la marcha fúnebre de un último adiós…

Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras intentaba saber lo que pasaba.

En ese momento mi corazón se detuvo, todo a mi alrededor también…

Sentí como mi vida se ahogaba en un diluvio…

Desperté…

Aún estaba con mi camisa de fuerza encerrado en una habitación del manicomio. ¿Fue un sueño? No lo sé… quizá sí… o tal vez solo era un recuerdo nostálgico...


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