Esta mañana he sido ¿puedo decir testiga? de algunas de las últimas imágenes emitidas por la cadena de todos los valencianos: #rtvv.
Cuando hace un tiempo comunicaron que su fin estaba cerca y sus trabajadores comenzaron a sacar la porquería que habían ido escondiendo a lo largo de todos estos años, tuve una sensación agridulce: reconocían públicamente (aunque todos lo sabíamos) que habían sido cómplices de la manipulación política (tarde, pero llegaba) y pedían perdón por ello (tarde, pero lo hacían).
Entiendo que mantener un puesto de trabajo es lo suficientemente importante como para haber pasado por el aro y, al final de la corrida, lo cierto es que ellos no son responsables de la corrupción de nuestro gobierno valenciano.
Pero es triste que haya tenido que pasar algo así para que yo (supongo que a otr@s también les habrá ocurrido) me haya sentido representada por la televisión que ya es un recuerdo.
Quizá no sea un adiós...
Diremos: fins demá.
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