Denunciar relato
El mundo calló para siempre. Tenía frío a la vez que sed, y es que su alma se estaba congelando. Las tinieblas cubrían todo cuanto alcanzaban y el mar, muerto de miedo, se alejaba. Gritaba a la Luna que la cubriera de magia, que ese destello de plata la guiara, pero de nada sirvió. Su insaciable voz quebrada se apagaba poco a poco... Y es que el alma, cuando no canta, no es alma.
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