Los días de confesión
Por Simons Galetovic
Enviado el 05/12/2013, clasificado en Reflexiones
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Así pasaban los días, así pasaban noches extrañas de brisas que calaban en lo más profundo de mi ser, a tal punto de pensar en locuras por amor que a esas alturas serían ridiculeces, al fin decidí cortar todas esas ideas para por lo menos tener dignidad, para dar vuelta la página y secar mis lágrimas, para así recuperar mi alma y volver a respirar con tranquilidad, algo que me hacía tanta falta, tanto como tener a la bestia de vuelta, pero no a la que conocí ahora, si no la de antes, aquella que conocí como una luz en mi aburrida rutina rumbo a casa, la que observaba con tanta atención y me producía cosas inesperadas robándome trozos de alma sin darme cuenta .
Lloré muchísimo, la mayoría de las veces hasta quedarme dormido otra vez, así pasé meses y no podía evitarlo, caminado con lágrimas atascadas y pensamientos retraídos entre sensaciones y días asquerosos. No podía soportar la idea de alejarme de ella, no podía entender que de un momento a otro no quisiera verme, colapsaba pensando en todo y sin mentir me sentía débil como infectado por un virus y agitado como si viviera saltando. Así eran mis nuevos días, ausentes de sonrisas, llenos de oscuridad y de sentimientos turbios. Era un ser moribundo que no se sentía cómodo en este planeta, en momentos soñaba despierto que estaba con ella, que nada malo había pasado y que todo era como me lo imaginaba desde hace un tiempo.
En ella siempre noté algo especial, un encanto que la rodeaba, me traspasaba una energía y una sensación tan agradable que no sabría explicar, a veces al mirarla sentía que estaba al frente de alguien diferente a las demás personas del resto del mundo, y en realidad aun siento eso y lo pienso cada vez que me acuerdo de ella, pienso que es única y que nunca encontraré a alguien así, con ella ha sido la única vez en que sentí que mi alma se conectaba con otra como si fueran dos clones invisibles enamorados igual que nosotros.
vivía entre intermirmitentes reflexiones e inexistente felicidad, revuelta con dolores internos indescriptibles, ataques nerviosos donde perdí mechones de pelo, con transpiración sin motivos y problemas al respirar, todo eso encapsulado como un fármaco que entraba en mi cuerpo cada dos minutos. (Extracto)
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