Denunciar relato
La moneda daba giros en el aire cual gimnasta desaforado. El cara o sello determinaría cuál de los dos caminos que tenía por delante tomaría. Entonces la moneda cayó en su mano izquierda la cual cubrió inmediatamente con su otra mano. Sin embargo, paralizado por una indecisión monstruosa, jamás tuvo el valor de conocer el resultado. Y anclado en ese punto quedó. Para siempre.
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