El Profesor

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Estaba en m primer año de universidad.

Todo era nuevo, extraño y fabuloso. Otro lugar, otra gente, otros amigos y otros profesores.

La forma de enseñar de cada uno era muy diferente. Algunos como la profesora de matemáticas era de lo peor. Llegaba, soltaba su rollo, escribía unos cuántos ejercicios y apáñatelas como puedas.

En general, todos eran así. Pero Ricardo era la excepción. Era el profesor de química. Hablaba con entusiasmo. Lo vivía. Lo disfrutaba. Y eso, nos lo transmitía.

Transmitía tanto que creía estar enamorándome.

¡Yo pillándome de un profesor! ¡Y viejo! Bueno, no viejo-viejo, pero mínimo 20 años mayor que yo.

Tenía el pelo prácticamente blanco y unos ojos profundamente azules. Su piel estaba tostada tras el verano.

Mmmmmm.... me lo imaginaba en la playa, tomando el sol con su precioso cuerpo atlético.

Ahora, mientras le "escuchaba" en clase, me estaba excitando. Me removí un poco en el asiento.

Uf. Me estaba entrando calor. Tenía sed. Pero, ¿sed de qué?

¡Oh sí! De Ricardo.

Se le veía firme al hablar, al caminar. Muy seguro de sí mismo. Y eso no hacía sino excitarme más.

Esperaba ser ese tipo de persona algún día.

Yo aún vivía con demasiados miedos.

Ahora mismo, mi mayor miedo es que se notara mi excitación.

Esa inquietud que se crea en uno cuando el deseo empieza a poder. Tener el objeto de tu deseo delante y no poder tocarlo...

Daba gracias por llevar vaqueros y que el bulto de mis pantalones no resultase tan evidente.

Bajé mi mano a mi entrepierna y apreté un poco de forma disimulada.

¡Joder! Estaba realmente cachondo.

Sólo quería tener a Ricardo, mi mayor objeto de deseo, a mi lado. Acariciarle, besarle y excitarle.

Hacer que se le pusiese tan dura que me rogase una mamada.

Yo con sonrisa pícara, le besaría de forma pasional. Le juntaría más hasta que entre nuestros cuerpos no pudiese atravesar el aire y nuestros bultos duros se rozasen.

Después, desabrocharía su pantalón y lo bajaría lo justo para que cupiese mi mano y esa forma acariciar su miembro. Miraría su cara que tendría que tendría los ojos cerrados, centrándose en el placer que comienza a recibir y entonces, parar.

Pero parar sólo momentáneamente hasta que me agachase y pusiese de rodillas.

Imagino que bajo su slip y su miembro sale disparado.

Mmm... me lamo los labios al ver lo gruesa que es.

La cojo y le doy un poco con la mano.

Escupo en ella para que resbale un poco mejor y cuando menos se lo espera me la introduzco en la boca.

Sabe a gloria.

La como con mucho gusto y placer.

¡Oh Dios!

Abro los ojos de repente.

¡Joder! Necesito salir de clase ya. Creo que voy a explotar.

Sin que haya finalizado la clase me levanto corriendo con mis cosas y salgo por la puerta sin ni siquiera mirar al profesor.

¡Qué vergüenza!

Voy directo al baño y me encierro en uno de ellos.

Bajo mis pantalones y me la comienzo a menear hasta que me corro.

¡Uf! Es de lo más intenso.

Una sonrisa aparece en mis labios mientras limpio mi semen y es que pienso:

Ojalá estuviera Ricardo aquí para limpiarlo con su boca en vez de este papel higiénico que parece esparto.

Gracias por leerlo. Espero que les guste. Sé que es algo diferente a otros relatos eróticos que escribo, pero me apetecía probar con un relato gay. :)


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