Un último recuerdo

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Venía yo de un viaje de trabajo de la ciudad de Guadalajara, habíamos terminado un día antes de lo previsto pero no se lo dije a mi ahora exnovia Jazmín (como la flor). Llevaba días sin verla y mi deseo era regresar y aventarme un delicioso palito con ella.

A Jazmín (como la flor) la había conocido meses antes en uno de esos bailes sonideros cuando bailamos la cumbia sonidera “Reo ausente”, era joven y hermosa del tipo reggaetonera pero lo que más destacaba de ella era su nariz aguileña, sus ojos negros, su cabello negro rizado y desde luego su espectacular trasero, marcado por la mezclilla que solía vestir, que me volvía loco. Vivíamos juntos en un departamento rentado.

Cuando por fin llegué no creí ver jamás lo que aquella tarde vi: estaba en la cama, chapándole la verga a otro. Por supuesto que se armó la bronca y minutos más tarde quedamos a solas ella y yo, yo sentía una mezcla de sentimientos: ira, temor, impotencia, etc. Y ahí estaba ella, sólo mirándome y sin decir nada, me acerqué a ella y quiso decir algo pero la callé y empecé lentamente a acariciarla. -“¿Qué estás haciendo?”, me dijo, -“¡Que te calles, te digo!”, le contesté y comencé a desnudarla y a lamer lentamente sus pechos al tiempo que tomé su mano y la llevé a mi verga que poco a poco se endurecía. No se negó. Después se puso de rodillas, me bajé el pantalón y comenzó a chupármela, la tomé de la cabeza con las dos manos y le metí mi verga hasta su garganta. -“¿Te gusta el pito?”, le pregunté sin esperar respuesta, de alguna manera liberaba mis sentimientos. La levanté e hice que se pusiera de perrito (era mi cachorrita) y empecé a meterle el dedo por su ano, ella siempre se había negado al sexo anal, pero esta tarde no, esta tarde no se negaría. Sentí el calor de su culo y la penetré lo más duro que pude, ella gritó y eso me excitó tanto. Le metía la verga lo más fuerte que podía, ella gritaba, gemía y se aferraba a la sabana de la cama. La nalgueaba y le gritaba -”¡Eres una puta, maldita zorra, te encanta la verga eh!” Finalmente me vine, fue tan rico y placentero... ¡ah que nalgas tan hermosas!. Lo mejor es que mi mezcla de sentimientos en ese momento había desaparecido.

Y le dije: “Si te gustó o no, eso ya no me interesa, pero prefiero que mi último recuerdo de ti sea que me chupaste la verga y que disfruté de tu delicioso y coqueto trasero a haberte encontrado en la cama con otro pendejo. Quiero que te largues y no quiero volver a saber de ti”.


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