Cumpliendo fantasías.
Por rubiiita
Enviado el 14/12/2013, clasificado en Adultos / eróticos
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Yo siempre había sido una chica tranquila y formal, pero como la mayoría de las mujeres tenia mis deseos escondidos, secretos.
Ya hacía ocho años que estaba con Dani y aunque le quería estaba cansada. Los mismos lugares, los mismos juegos y las mismas posiciones desde hacía años. Esa monotonía me estaba matando.
Para cambiar la rutina decidí crear una cuenta en una red social, y ahí estaba él; Yeray. Miré las fotos de su perfil, era un chico alto, guapo, con el pelo castaño, melena a media nuca y una sonrisa más que preciosa. Seguí mirando fotos y pude observar su torso perfecto y sus brazos musculosos que parecían más que acogedores.
Me decidí a entrar en contacto con él, aunque de forma algo tímida. Él, no tardó en responder. Empezamos a hablar a menudo y unos días después nos intercambiamos los números y pasamos a las llamadas telefónicas. La primera vez que escuché aquella voz y su acento canario tan sexy mi cuerpo se encendió y cada vez que me llamaba despertaba mis ardores más profundos. Hacía tanto tiempo que Dani no me hacía sentir algo así..
Cada vez nuestras conversaciones se volvían más picantes y yo soñaba con que aquel Dios Canario me hiciera suya.
Una mañana recibí una llamada de Yeray en la que me decía que iba a estar de paso en mi ciudad unos días y que quería que nos conociéramos. Yo, sin dudarlo ni un instante acepté. Quedamos en una semana en una tienda del centro comercial. Cuando mencionó el lugar yo supe lo que iba a pasar.
Esperé ansiosa a que llegara aquel día y cuando por fin llegó me presenté a la hora y en la sección de ropa femenina que él me había indicado. Mis ojos recorrían el local, mientras fingía buscar algunas prendas que pudiese probarme cuando por fin lo encontré. Era aún más guapo que en fotos, sin duda era realmente un Dios de las islas. Él me sonrió de forma picarona y yo le devolví la sonrisa.
Cogí un par de camisetas al azar y me dirigí hacia el probador. Una vez dentro dejé las camisetas en el perchero, eché hacia un lado el taburete y apresuré en desabrochar los dos botones superiores de mi camisa blanca, abriéndola un poco para que se vieran mejor mis enormes pechos.
Por el espejo pude ver como se movía la cortina y entraba él, sin ni siquiera decir una sola palabra. Cogió la pinza de mi cabeza y me la quitó, soltando así mi largo pelo rubio. Me agarró por las caderas y se pegó a mí de manera que pudiese sentir la presión de su gran y duro pene en mi culo. Aquello me excitó como nunca antes.
Poco a poco empezó a subir sus manos, paseándolas ahora entre mis pechos. Podía sentir su respiración en mi nuca y empezó a besarme el cuello mientras sus manos acariciaban y estrujaban mis senos por encima de mi sujetador blanco de encaje. Aquel desconocido me excitaba mucho más que lo había hecho mi pareja en ocho años.
De un tirón me arrancó los botones de la camisa y cogiéndome por los pechos me apretó aún más contra él haciendo que notara mejor su miembro duro como la piedra. Yo estaba más caliente que nunca, deseaba que me penetrara, que me hiciera suya en ese mismo instante, pero sabía que aquel juego iba a durar todavía un poco más..
Sacó mis pechos por encima del sujetador y empezó a jugar con mis pezones durísimos mientras con la otra mano subía la falda negra a mi cintura y descubría que no llevaba braguitas, pude notar como aquello le calentaba todavía más. Con la mano derecha seguía acariciando y pellizcando mis pezones mientras bajaba la otra mano por mi vientre hasta llegar al centro de mi placer.
Mi sexo estaba húmedo, empapado por el deseo que me provocaba aquel hombre en bóxers que se encontraba detrás de mí.
Cuando él comprobó lo caliente que me encontraba pude sentir un suspiro de excitación en mi nuca. Con sus dedos ágiles buscó mi clítoris y se puso a jugar con él al mismo tiempo que seguía restregando su pene erecto entre mis apretadas nalgas. Yo gemía bajo sus manos expertas, admirando aquel espectáculo en el espejo que se encontraba enfrente mía.
- Te deseo tanto. me murmura en el oído.
- Quiero que me hagas tuya aquí y ahora. conseguí articular a modo de respuesta.
Así que se bajó los bóxers blancos dejando al descubierto el objetivo de mi deseo y me inclinó hacia delante, colocando mis manos en el espejo. Y así, en aquella posición me penetró fácilmente debido a mis jugos, fruto de la excitación.
Con una mano en mi pecho y la otra en mi clítoris me atrae hacia él para así alcanzar lo más profundo de mis entrañas.
Primero lento. Yo gimo frente a aquel espejo. Ahora rápido. Cada vez sus embestidas son más fuertes y profundas. Me vuelvo loca al escuchar sus gemidos ahogados y al ver su expresión de placer reflejada.
Cada vez sus embestidas son más y más placenteras y noto como dejo de tener el control de mi cuerpo, como esto se me va de las manos.
- Córrete conmigo mi vida. me dice en un último aliento.
Y con sus últimas embestidas eso hago, nos corremos al unísono y disfrutamos juntos del mayor orgasmo de nuestras vidas. Él, sale de mi interior, me da un beso, se viste y sale del probador. Yo, me limpio con un kleenex, me visto y a mi vez salgo del probador en busca de él, pero no lo encuentro. Vuelvo a por mi bolso cuando oigo mi móvil sonar, un mensaje.
Espero que te haya gustado tanto como a mí.
La próxima pronto, mi vida.
Me sonrojo. Aquel desconocido acababa de cumplir mi mayor fantasía y ya estaba ansiosa de que llegara la próxima vez.
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