No veia nada, pero ya estaba despierto. Me sentí dolorido y desorientado, y entonces les escuché.
- ¿Que pasa Jero? ¡Jero el pajero! jajaja
- Que.. que pasa aquí..
- ¿Que pasa aquí? Pues aún no ha pasado nada, pero tranquilo, que va a pasar.
Eran ellos.. los chicos que me habían estado molestando en el instituto. Me habían golpeado en la cabeza y ahora estaba en el centro del escenario, sentado en una silla y atado a ella de manos y pies, la sangre me impedia tener una vision clara pero les pude distinguir perfectamente. Estaba aterrorizado, pero aun con algo de esperanza, solo me querrían asustar, quizá darme una paliza también, pero no pasaría de ahí la cosa.
- Creo Jero.. que te has metido donde no debías, has venido directo a la boca del lobo. Este teatro es nuestro.
- ¿Vuestro? Solo estaba refugiandome del viento y decidí dar una vuelta por aquí, soltadme ya.
Eso les hizo reír, y ahí empezó todo. Los golpes no cesaban, se reían a cada puñetazo, cada gota de sangre que yo derramaba era un triunfo para ellos. Disfrutaban de la situación como lobos salvajes acorralando a su presa.
Uno de ellos llevaba un bate, temía que decidiese usarlo y empece a gritar, ojala me oyese alguien.
Siguieron los golpes, me cortaban con sus navajas y me daban puñetazos en la cabeza, patadas en el estomago, me estaba sintiendo morir. Y allí las vi, abajo en las butacas, estaban las tres niñitas rubias, mirándome horrorizadas y llorando. No decían nada y esos locos no parecian haberlas visto, no quise mirarlas mas, por si las veian y arremetian tambien contra ellas.
Vi como uno de ellos empuñaba al fin el bate, se dirigió hacia mi con una furia y una sonrisa que me helaron la sangre al momento, perdí la vista y.. me dormí.
¿Estoy desatado?
- Hola..
- Hola pequeñas.. ¿se han ido?
- Bueno.. no creo que se vayan a ir.- dijo una de ellas.- Ni tu tampoco.
No entendí nada, ¿como que no nos íbamos a ir? Yo por mi parte lo estaba deseando.
- No sabiamos que hacer, eran muy mayores y teniamos miedo.. Pero tu caíste inconsciente y nosotras corrimos a ayudarte. El chico moreno esta en los palcos, ¿¿lo ves??
Miré hacia arriba, una cuerda colgaba de uno de los palcos centrales, Mario, el chico de los puñetazos, estaba allí, colgado, ahorcado..
- ¿¡¿¡Pero que?!?! ¿¿¿¿Eso lo habéis hecho vosotras????
- Si.. El bajito esta ahí, en las butacas, siempre decía que le gustaba mucho el teatro, así que le dimos ese lujo.
Hector estaba ahí, clavado en una de las butacas, en primera fila. Su piel había sido estirada y ensamblada con clavos a la butaca, sus parpados, abiertos perpetuamente con dos clavos..
Empece a marearme de nuevo, era imposible, esas niñas pequeñas y dulces habían asesinado a dos de ellos, de maneras horribles, pero no podía ser, esto no puede ser.
Y.. el chico del bate..?- me atreví a preguntar.
- Ese.. te lo hemos dejado a ti, es tu regalo de consolación. Lo tienes detrás.
Y ahí estaba, detrás de mi el chico del bate estaba atado a una de esas atracciones donde te tiran cuchillos y te hacen girar.
- Tenemos el bate, puedes hacerlo, ya nadie te va a recriminar, tu cuerpo lo hemos sacado fuera para que se lo lleven, ¡te pusimos guapo!
Esas ultimas palabras me petrificaron, me quedé en el sitio, helado, pero helado de verdad, sentía mucho frío y empece a tiritar.
- Eso es normal, te acostumbrarás, nosotras ya nunca tenemos frío y lo pasamos muy bien aquí.
- Tu puedes ser nuestro hermano mayor.
- SI SI SI SI .- gritaban las tres a la vez, contentísimas por todo aquello.
Como un zombi fuí caminando hacia la salida, la puerta volvía a golpear con fuerza por el viento, intenté salir, pero no pude poner un pie fuera del teatro..
Mi cuerpo estaba tumbado encima de un lecho de hojas, llevaba una peluca del teatro y me habían maquillado, como lo harían unas niñas pequeñas. Totalmente macabro.
Entendí mi situación, ese ultimo golpe acabó conmigo, las niñas ya debían llevar en ese teatro años, quizá eran Emma, Cristina y Katrina, las niñas de las historias del pueblo. Las que murieron a manos del conserje del teatro, justo antes de que quebrase. Ahora lo entendía todo..
Volví sobre mis pasos hacia el escenario, con fuerza cojí el bate, y sin mirar a Victor, arremeti contra el, le parti las piernas y los brazos, haciéndole sufrir y desear estar muerto, escuchandole suplicar.
Y el ultimo golpe, en la cabeza. Por fin, por fin me había vengado.
Solté el bate, me dieron sus manitas heladas y nos fuimos hacia los palcos, estaban deseando jugar conmigo..
Desde arriba les veiamos llorar, aterrados, intentando volverse a meter dentro de sus cuerpos, descolgarse, sacarse los clavos.. era gacioso.
Hoy vinieron a por los cuerpos, no han tardado nada, supongo que llamé bastante la atención allí fuera, vestido casi como un payaso. Ahora estoy bien, tengo tres hermanitas preciosas y dulces a las que cuidar, y tres artistas que nos van a entretener hasta el fin de los días de nuestro teatro.
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