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Todo comenzó a ponerse interesante cuando apareció un par de reinas en el floop. Los faroles no se hicieron esperar, apostaron fuertes sumas. Subí la apuesta en más de tres ocasiones, logré quitarme a varios de encima, pero los dos que insistieron me resultaban en exceso preocupantes. Yo apostaba todo a una doble pareja, sin embargo, temía a un full de parte de mis contrincantes. El river hizo las cosas aún más tensas; entre los jugadores fluía un sin fin de emociones, que a pesar de su intensidad, mantenían inmutables nuestros físicos. El orgazmo liberador llegó cuando destapamos las cartas.
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