A contracorriente.

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Mira como se cierran los círculos alrededor de cada individuo, mira como se contraen hasta desaparecer. No puedes entender que todo se vuelva nada, porque el miedo te ciega, no eres capaz de comprender que todo se acaba. Tú simplemente existes por una sucesión de casualidades, al igual que todos nosotros. No somos nada, al resto del mundo no le afectamos en absoluto, y aunque creamos que podemos tener el control sobre lo que queramos, esto solo sirve para alimentar nuestro ego, para autocomplacernos. Somos una pequeña parte de mierda en el universo, la distorsión de una melodía que una vez sonó rítmica y constante, un lapso de tiempo en un cerebro envejecido, pero no hay de qué preocuparse ya que solo estamos de paso.

Así que deja tus ideales a un lado, olvídate de quien eres y no vuelvas a preguntarte porque estás aquí, cuál es tu propósito, porque no tienes ninguno excepto los que hagas para tu propio beneficio moral o material.

Cuando te des cuenta del poco valor que tienes, de lo pequeño que eres y de lo inútil que van a ser tus actos con respecto al infinito, entenderás que cada instante que pases con vida en sociedad, esta sociedad, te arrebatará la libertad.

En el momento en el que seas capaz de asumir que vas a morir hagas el bien o el mal podrás ver que el precio a nuestra libertad se la otorgamos nosotros mismos.

Lo demás siempre esperan de nosotros cosas comunes que están escritas en la conciencia colectiva, y si preguntas a las personas porque algo está bien, o algo está mal, todos darán una respuesta parecida, ambigua, subjetiva. Nadie sabe realmente la raíz de este asunto, del por qué hemos establecidos esos márgenes, con qué poder hemos marcado esos límites.

El miedo es el arma que mejor se ha usado siempre para imponerse ante otros, algo que todos sabemos que está mal. En esta sociedad en la que vivimos se usa el miedo, miedo a perder la casa, miedo a no ser mejor que el vecino, miedo a no tener dinero para vivir, y todo eso nos importa.

En el instante en el que seamos conscientes de que somos insignificantes como un soplo de aire caliente en verano quizás perdamos el miedo, rompamos los limites y obtengamos la total libertad que todos ansían, pero que nadie tiene.


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