Mansamente descansa en el atril
Reposado tras siglos convulsos
Cual omertá dictada sin fin
De las voces que lo estudiaron ocultos
Donde aplicó su oscuro poder
A quienes hurgaron en su inagotable fuente
Grupúsculos de almas ingentes
Doblegando su sumiso parecer
Manantial de saber para unos
Herejía pecaminosa para ajenos
Removió la sinrazón de algunos
Y abasteció las hogueras del clero
Los ricos accedían ufanos
Y ganados lo hicieron los necesitados
Una nueva verdad puso entre sus manos
Que la iglesia los tenía olvidados
Del Arte se apoderó su opinión
Custodio de su más fiel secreto
Donde oculto de la Santa Madre vivió
Iluminando a nuevos adeptos
Libros de cuero blando
Libros de refinadas letras
Libros de papel ahuesado
Libros de instruir cabezas
Y ahora reposa humilde y tranquilo
En el brillante atril bajo la vitrina
Donde nadie puede tocarlo
No sea que vuelva a detonar su ojiva
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