Cosas que pasan por mi mente el último día del año

La verdad nunca sé qué es lo correcto. Solo sé que lo que creo que hago bien no siempre es lo mejor para los demás. Me costó pero aprendí a apreciar los momentos y sólo dejar que sucedan, disfrutarlos. Metafóricamente estoy en una cueva, no me di cuenta en qué momento llegué a eso. Ahora solo converso de cosas sin importancia con la gente, ahora no le cuento mis secretos a nadie. Mis logros son personales tanto como mis fracasos. Tal vez la cueva me proteja de la lluvia y el calor excesivo pero a veces quisiera empaparme o sentir como se quema mi piel al exponerme al Sol. No elegí estar así, de eso estoy segura. Porque para qué mentir si nunca he tenido la oportunidad de elegir. Si pudiera elegir mis tres deseos el primero sería claridad para poder ver mejor, el segundo sacar todas las malas vibras que tengo guardadas y el tercero simplemente un deseo universal: ser feliz. Y seguiré soñando porque es una de las pocas cosas que hago que me mantiene de pie y debido a que nadie conoce mis sueños nadie los puede destruir. Todos tienen problemas, es obvio, pero mi pregunta también lo es¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Nadie me responderá, lo sé, pero como algunos dirán soy tímida y presiento que al primer ser humano que me escuche mi pregunta se reirá de mí. Y una vez más son las palabras que me permiten no llorar y desahogarme por esto y por admitir que necesito a alguien que me escuche aunque sea por un minuto y que no me juzgue por mis malas decisiones. Pero bueno, también he aprendido que las cosas sí llegan cuando deben llegar y que tal vez necesito cosas más importantes.