Y desaparecieron las mañanas tristes y esos días sin luz. Desaparecieron los callejones oscuros de mi alma y los recodos sombríos y lúgubres de mi mente. Y no, no me he vuelto a enamorar.
Deambular por las calles, observar la gente, escuchar la música de la vida. Cuán bella es! Entrar, salir, sonreir. Reír a carcajadas, callar silencios malditos.
Escribir, escribir y volver a escribir. En arena, en lágrimas, en sueños. En los suspiros del viento y en las olas del mar, en los adentros de tu alma y en cada poro de tu piel. Letras entrelazadas formando ideas que vacian mi mente.
Y entonces me descubro, ahí tras toda esa maraña de trazos, una pequeña chica indefensa. Desnuda, con las carnes abiertas y la mente en blanco. Y me siento tan bien...
Invento lugares que no conocía, y rememoro momentos que ya he vivido. A unos personajes les escribo una historia y a veces, es la historia quien me escribe a mi. Mi mente viaja sola, bohemia, buscando la sombra de un papel en blanco que la acompañe.
Y de nuevo aqui estoy, vaciando mi mente. Escribiendo lo que soy.
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