Placer entre compañeras.

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Nana era una muchacha un poco retraída con quienes no eran de su grupo social, no vestía a la moda, no le gustaban mucho las fiestas, a pesar de tener un cuerpo espectacular, pechos grandes, trasero prominente. Carmen era todo lo contrario; extrovertida, siempre a la moda, los hombres la perseguían. Un cuatrimestre les toco ser compañeras. Nana al verla siempre tan divertida sentía envidia pero a la vez se daba cuenta de la atracción que le generaba Carmen. Ver esos pechos firmes, sus caderas anchas y esos ojos color miel la trastornaban a tal manera que su sexo se humedecía levemente.

Un día de cierre de cuatrimestre decidió ir con su grupo social a un bar cerca de la universidad, en donde la vio a Carmen, con un vestido azul, corto que dejaba ver casi sus glúteos. Las dos ya casi estaban ebrias cuando notaron que bailaban juntas, cuerpo con cuerpo y que Carmen le besaba el cuello. Nana sorprendida se separó de ella, salió del bar e hizo como irse para su casa, cuando encontró a Carmen, quién le dijo que la llevaba a su casa, ella al no poder resistirse; por los efectos del alcohol, no rechazo la oferta. Llegaron a casa de Nana, y esta la invito a entrar, Carmen aceptó.

No se enteraron en qué momento se besaban. Nana metía su lengua con pasión en la boca de Carmen, mientras acariciaba los muslos de Nana, las manos jugaban, las lenguas empezaban a salir de las bocas y recorrían cada tramo de piel. Carmen quito el sostén de Nana, quien al sentir sus pechos al aire soltó un gemido, pezones respondieron endureciéndose, su vagina se humedeció aún más. Ella recorría la espalda de Carmen con sus manos, llego a sus muslos, donde entre encajes logro llegar a los labios vaginales de Carmen. Se posó sobre ella, mordió sus pezones, paso su lengua por su ombligo y llego a su monte de venus donde la punta de su lengua bajo, encontró el clítoris endurecido, sus jugos vaginales brotaban. Carmen al sentir la lengua de Nana jugando se retorcía del placer, elevando el calor de la habitación. Nana termino de quitarse su ropa y acostándose en posición, comenzó a lamer los labios de Carmen, meter sus dedos en su vagina y una y otra vez logrando generarle orgasmos. Carmen le correspondió luego con su lengua, penetrándola y haciéndola correrse decidió frotar su vagina con la de Nana, logrando un orgasmo monumental entre las dos. Al punto que se quedaron dormidas luego de horas de placer.

Al despertar Nana vio el rostro de Carmen en su almohada, comenzando de nuevo un juego de caricias que la despertarían de nuevo con humedad en su sexo.


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