Ella era la chica más divertida de todas, la más graciosa, la que nunca podía dejar de reír. Ella, era mi novia. No importaba donde o con quien estemos, ella siempre me llenaba de besos, sus risas iluminaban mi día. Yo ya quería, y la quería tanto, más que a mi vida.
Este era el último día de clases, ella deba de ir a estudiar a otra ciudad. Y sin darme cuenta, el día de su partida llego. Aquella mañana levante muy temprano, era viajaría al mediodía por lo que decidimos ver el amanecer desde una colina cerca al arrollo donde habíamos ido ya varias veces.
Eran ya las 6 am, levante triste y melancólico. Pensaba que esta mañana iba una mañana llena de tristeza y lágrimas. Salí corriendo, pues ya me había hecho algo tarde. Al llegar a la colina, note que el sol ya daba sus primeros rayos. La luz era intensa.
Entonces, los ojos se me llenaron de lágrimas. En la cima de la colina, la silueta de una chica esperaba con una rosa en la mano.
Escale la colina lo más rápido que pude. Llegue a la cima un poco cansado, estuve a punto de caer, pero tu mano me ayudo. Me sostuvo fuerte y me atrajo hacia ti. Me diste un beso, uno de esos que me llena el corazón.
Ya han pasado cinco semanas desde que te fuiste. Y siento que hubiese sido 5 años. Cada día siento que te extraño más.
Hoy decidí inscribirme en un curso de matemáticas. Al salir de ahí, me encontré con una de tus amigas. Ella me dijo que te había visto en la mañana, cerca de tu casa. No dije nada, y me quede pensativo. ¿Acaso me había mentido?
No, mi amor hacia ti, era demasiado grande como para pensar eso. Pero mis ideas cambiaron en ese momento. Un mensaje tuyo en mi móvil me confirmo lo que no creía. No habías viajado. Porque me habías mentido, no entendía porque.
Al día siguiente fui en busca de ella. Llame a su puerta, y fue ella quien me recibió. Me dio un beso en la mejilla, y me susurro al oído Olvidate de Mí. De la casa salió alguien más, un chico. Se acercó a ti, y te abrazo de la cintura, luego te dio un beso en el cuello y te dijo que no tardes.
Me miraste, y sonreíste triste. No fue necesario decir más. Me diste otro beso en la mejilla y te despediste de mi para siempre.
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