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Se cansó de asistir humanos, había mucha ingratitud en sus miradas y cuando los necesitó no estaban; sola superó la angustia, más no la penuria; de todas formas, aunque hizo todo lo que pudo murió envenenado, tal vez, por una de las manos que antes ayudó ahora son diez o más perros vagabundos que le dan gratitud con la mirada.
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