Estamos en un centro comercial, yo algo cansado de acarrear todas las bolsas de las compras, descanso en un banco mientras mi mujer habla por teléfono con su hermana al parecer, veo pasar a Eduardo, un compañero de clase cuando estudiaba en la Universidad, se dirige a los sanitarios, le digo a la mujer que me espere que voy al baño. Entro de prisa y veo a mi alrededor y verifico que solo esta el, bajándose el cierre de la bragueta en un urinario, actúo rápido sin pensar: Lo abrazo por detrás tomando su flácido miembro en mis manos, el se asusta y se respinga hacia atrás pero ya lo sujeto fuerte. ¿No te acuerdas de mí? ¿Cómo me coqueteabas y me mandabas mensajes? ¿Cómo no llegamos a nada? Te llego el momento de pagar, me reconoce y deja de forcejear mientras me dice bajito: que haces? Nos pueden ver. Lo empujo hacia un sanitario y apenas cierro la puerta lo beso, ante su asombro que no lo abandona y solo se deja hacer. Eduardo con timidez me abordó en la Universidad y me había confesado que yo le gustaba, con algo de delicadeza lo rechace siempre, aunque en ocasiones había flirteado con él, tratando de mantener siempre la relación académica por beneficio propio ya que es un gran estudiante muy aplicado. Al verlo de nuevo después de tanto tiempo salió de repente con fuerza esa obsesión por sentirlo por saber que resultaba de ese campo nunca explorado. Ahora ya todo esta pasando no hay marcha atrás, mientras vuelve de su sorpresa, penetro con mi lengua su boca y poco a poco siento la suya, es larga, perversa, cálida; acaricio sus nalgas por encima del pantalón y lo bajo de golpe junto al boxer que lleva; Siento su trasero perfectamente redondo lampiño, abro y cierro sus nalgas y voy a su ano el cual acaricio, él gime suavemente cuando uno de mis dedos se aventura en él sin dudar sin compasión. Ya sus manos han dejado mi miembro al descubierto y lo recorren lentamente de arriba abajo. Hago que se siente en el sanitario y lleno su boca como si fuera una concha, lo tomo por el cabello y lo culeó con deleitación sin miramientos duro como si fuera su apretado ano, el manosea mi trasero y espalda mientras me acerco mas y mas al irretornable sendero del orgasmo, exploto en su boca, dejo de moverme, saborea mi cálida esperma y succiona dejando todo impecable. A pesar de la corrida sigo ardiendo, muy excitado. Me mira con esa carita de perra en celo. Esto no terminará aquí.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales