10 Segundos

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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Llega un momento en el que todo se va de repente. Siempre ocurre. Se pierde el entusiasmo por volver a enamorarse, por conocer a otra persona,incluso por seguir viviendo. Los dias son más y más largos, y mucho más frios. Crece un vacío interior que destroza cada parte de tu cuerpo. Luego comienzas a acostumbrarte a la soledad. Se convierte en rutina. Escuchas música, lees libros, juegas a la consola... Pero jamás se te vuelve a pasar por la cabeza volver a verla, a ella ni a ninguna otra. "Eso se terminó". Es tu vida y no tienes que darle a nadie más la oportunidad de destrozártela... "Eso se terminó"...

Y una mierda. El ser humano es de difentes maneras. Cada persona es un mundo. Pero si hay una cualidad que todos los seres humanos compartimos es que somos masocas por naturaleza. Entonces piensas en una persona. Una persona que sí que podría hacerte compañía, porque te hace sentir a gusto. Una persona por la que te apetece salir de tu cueva sentimental... Y quedas con ella. Empiezas a recordar que esa persona, aunque nunca ha sido ni tu mejor amiga, ni tu pareja y ni siquiera a sido demasiado cercana, hubo un día en el que te hubieses muerto pegado a su boca. Una persona que te levantaba el animo, que te hacía arreglarte siempre para estar guapo para ella... Entonces te habla al movil. Te dice que te levantes de donde estas sentado esperandola, te des la vuelta y subas las escaleras de la plaza. Que ella está allí. Entonces obedeces, y la ves... Estoy seguro de que el ojo humano es el escaner más rapido y preciso que existe. Es capaz de apreciar todo lo que nos rodea en un segundo con unos detalles tan mínimos que nosotros tardamos varios minutos en asimilarlos. En mi caso, no fue un segundo, fueron 10. 10 segundos los que estube mirandola caminar hacia mí, con una sonrisa preciosa de oreja a oreja. Un día más, volví a verlo. Aquello no era una niña normal. Era una chica de 16 años, alta, de cabello castaño y olor inigualable. De ojos marrones, entreabiertos cuando habla y medio cerrados cuando sonrie. Con un perfil que supera a la cordillera más impresionante, un cuerpo indescriptible adornado por un abrigo, unos vaqueros ceñidos a sus piernas y unos zapatos blancos. "Una joven guapa, como tantas..." -direis. En absoluto. Lo que hacía a esta chica espléndida, lo que le pone la guinda a este delicioso pastel... eran sus labios.

No existe canción, ni pintura, ni película, ni obra de arte alguna que pueda compararse a cada milímetro de su boca. Es perfecta. Preciosa. Sus labios, ni muy gruesos ni muy finos. Sus dientes, blancos y perfectos. Su voz, suave y encantadora. Su sonrisa, dulce. Pero más dulce que su sonrisa (si es que eso es posible), mucho más dulce que cualquier chocolate, era el sabor de su boca. El sabor de sus besos.

Aunque han sido muchas las veces que hemos quedado ella y yo, jamás me atreví a robarle un beso, aunque debo admitir, que jamás se me ha apartado esa idea de la cabeza al tenerla delante. Pero ese día fué distinto. Aunque ella no se encontraba bien, y muy probablemente no lo disfrutó demasiado, juro que fué uno de los besos más intensos de mi vida. Fue rapido, corto y de repente, pero pude saborear cada milésima de segundo y sentir cada milímetro de sus labios sobre los mios. Me acerqué aún más a ella y la enlacé con mis brazos. Ella me correspondió.

Juro que volé. Lo juro.

Volé por encima de todas las cosas de este mundo.

Volé por encima de todos los problemas, grandes y pequeños.

Volé por encima de quienes te abandonan, y les demostré que contigo no me hacian falta.

Volé por encima de todas las niñas de este mundo y les enseñé que tu estabas por encima de todas.

Fue un beso único de no más de 10 segundos, que despertó un mi una necesidad imperiosa de darte otro y otro y otro... Pero te besé el cuello, te abracé y entraste en casa. Yo me fuí. Me fuí a paso lento, sonriendo. Sonreía con la misma sonrisa que puse nada más verte. Sonreía porque, aunque me alejaba de tí, durante 10 segundos había volado a tu lado.


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