El que no miente.

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Enviado el , clasificado en Infantiles / Juveniles
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Entró en aquella pequeña sala como cada mañana. A la derecha, había una ventana tan minúscula, que apenas permitía el paso de la luz. Tenía miedo de verla allí, de nuevo, como todos los días. Cerró los ojos, se armó de valor, pronunció unas palabras de tranquilidad para ella misma, y giró la cabeza. Y la vio. Vio a esa mujer que la atormentaba, la que aparecía en sus pesadillas noche tras noche. Era alta, muy delgada, quizá demasiado, tenía el pelo largo, negro y rizado, pero descuidado. Debía reconocer que la asustaba. Su cara era, probablemente, lo que más le inquietaba. No expresaba dolor, pero se palpaba en ella todo el sufrimiento, tampoco rabia, pero sus ojos desgarraban nada más mirarlos. Sus labios eran delgados, pero estaban perfectamente delineados, y en ellos podían apreciarse restos de sangre. ¿Quién era esa mujer, qué hacía allí, por qué no se iba y permanecía allí durante tantos días? No lo sabía. Sin saber cómo ni por qué, comenzó a andar hacia ella, comprobando que la extraña criatura hacía lo mismo. Paso a paso. Y fue asi como llegó hasta ella, o quizá no. Nunca llegó a tocar a aquella mujer, porque no había 'otra mujer'. Y fue aquel día cuando pudo comprobar que el reflejo de cualquier espejo es aquel que nunca miente, el que puede llegar a destrozarnos sin decir palabra, el que, sin piedad, día tras día, nos muestra nuestro más fiel y desolador reflejo. 


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