El resplandor de su cuchilla lo delató por un segundo; un eterno segundo en el cual pudo ver cómo los ojos de Claudia se dilataban hasta adquirir las dimensiones del horror; un eterno segundo en el cual pudo percibir cómo danzaba al compás del miedo la tráquea en el cuello de la dulce muchacha; un eterno segundo en el cual logró ser testigo del mutismo absoluto en los labios carnosos de esa maldita manipuladora, a pesar de que su boca intentaba articular palabras que se morían al momento justo de abandonar su lengua; un eterno segundo en el que él mismo fue víctima de un escalofrío que le recorrió el cuerpo paralizándolo completamente; o si, fue hermoso.
El miedo que todo lo consume lo abrazó a él también en ese negro segundo, viéndose descubierto. Apretó fuertemente el mango de la cuchilla hasta que los nudillos le quedaron blancos, la respiración se le cortó, se mordió instintivamente el labio inferior; se vio abatido por un disparo provocado por la tierna damisela que había venido a salvar; en un acto reflejo su distorsionada mente, al percatarse de la inminente aparición de sangre en la escena (y con el condimento de la posibilidad de que fuera la suya propia) le provocó una gran erección.
Oh , si , todo en ese delicioso segundo.
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