Testimonio del ejecutante del asesinato:
Tras la súbita muerte de mi padre, el mundo me cercó, obligándome a frecuentar locales de mala muerte, y, mucho a mi pesar, a retrasar mi desintoxicación a sus ilícitas consumiciones. Pudo ser la única persona, sin infravolar excepciones, que pude decirle un " te quiero", sin ningún pudor. Años de depresión, de intentos de suicidio, un mal hábito de vida conquistó mi autoestima.
Tras el asesinato de mi padre, el mundo me aplaudió, mis manos ensangrentadas las idolatré, las aquilaté y examiné los minuciosos detalles, con el fin, de su exterminio. ¡Era lo que necesitaba, una sensación nueva en este monótono ritmo de vida!.
-La joven ciudadana, arrepentida, admitió padecer una enfermedad y por ello, justificaba su atroz acción ejecutada el martes noche.
-El jueves por la mañana, a muy tempranas horas del exquisito día, el cuerpo húmedo y escuálido de ésta, yacía en su habitación encorvada divisando el corpulento panorama que paseaba frente a ella. Dulce depresión.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales