Ocho lágrimas

La mujer suelta su pelo que cae y se desparrama por su espalda. Bella mujer libre con su rubio castaño, sencillo pero hermoso. La mujer abre sus ojos y son tan azules como el cielo y tan intimidantes que pueden derribar un árbol o dos montañas. Desespera con su intensidad y no espera, empero se queda en su guarida porque una ilusión está por llegar y será el comienzo de un destino diferente. La mujer aprieta sus labios y su boca hermosa se entibia para besar otros labios tibios que le rozarán su piel mientras la mano le recorre su mejilla. La mujer siente cómo la yema de esos dedos le declara su amor y entonces comienza a ser amada. Se amalgaman los cuerpos y las almas se entrecruzan, se enredan y transpiran el sudor de la seducción y la pasión y del amor, y otra vez la seducción y la pasión y el amor. Hay lágrimas que se van asomando y cristalizan el azul de sus ojos; los cristalizan hasta resquebrajarlos y abandonarlos para marcharse al infinito y mientras van cayendo al vacío, lucen su diafanidad y pareciera más hermosa aún su cara bonita y delicada. La mujer paladea la esencia de su hombre que la huele, que devora su frescura y la ama; con su sangre caliente la ama porque es su vida. La melodía más preciosa suena tan adentro y se vuelve muda porque sí. Pero después continúa sonando, sin saber si alguien la escuchará o porque simplemente seguirá sonando por ahí. La mujer sabe que un día acariciará a su otra vida y con sus manos suaves recorre su vientre, lo recorre todo y entretanto ve cómo su hombre la observa; siente el vientre de ella y cuatro lágrimas estallan en el suelo. El hombre une sus manos a las de ella y con sus yemas les declara su amor. Acariciará a su otra vida mientras otras cuatro lágrimas estallan en el suelo.

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