Pisaba con el máximo cuidado posible. Un mal paso era suficiente para que la superficie se rompiera y acabara hundiéndose en el mar que tenia bajo sus pies. Un mar frio y oscuro de agua, que aunque tuviera un traje que le protegía del frio, le llevaría a una muerte solitaria y amarga. De hecho, era lo que mas temía. Desde que llego a Europa, satélite del gigante gaseoso Júpiter, su mayor preocupación era por el hielo sobre el que se desplazaba. Aun con todo, Gabriel, su compañero a su lado, le calmo.
- El hielo tiene un grosor de un metro y medio.- Exclamo mientras sostenía entre sus manos el escáner con el que media el hielo.- soportara el peso de un humano adulto.
Algo mas aliviado, Carmona fue hacia la caja metálica que había traído con ellos y la abrió. De dentro, extrajo un cilindro metálico, en una de cuyas puntas había un panel con una pantalla táctil. Apretó un botón en la parte inferior y de la otra punta salieron 3 agujas acabadas en punta. Clavo el cilindro, un dispositivo de escaneo remoto, las tres agujas perforaron en el hielo y el cilindro se hundió hasta la mitad. A continuación, Carmona pulso en la pantalla táctil, desplegando un minimapa de la zona y a continuación, pulso sobre el punto parpadeante rojo que indicaba la posición del dispositivo. Luego, se abrió un menú con una serie de directrices. Carmona estableció los protocolos a seguir para el inicio del escaneo que llevaría a cabo de las profundidades. Una vez listo, el escaneo dio inicio.
Se lo dijo a Gabriel y acto seguido ambos hombres regresaron a la base. Mientras avanza, vieron a lo lejos una de las estaciones de extracción que se habían establecido en el planeta. Compuesta de un gran taladro que perforaba el hielo, un gran tubo aspirador que absorbía el agua del interior y descomunales bidones de metal que eran recogidos por las naves de transporte, se trataba de una de las 20 repartidas por el satélite. Se encargaban de extraer un tipo de materia orgánica conocida como Therax. Descubierta en una de las prospecciones del fondo marino, el Therax era una amorfa masa de liquido rosado en el cual se hallaban envuelto unas extrañas capsulas recubiertas de una coraza de color verde oscuro. Aquella masa se extendía a kilómetros de distancia bajo el hielo, y tal era la cantidad que muchos pensaron en su posible explotación. Tras varias trabas, las empresas lograron autorización de la ONU para llevar a cabo las explotaciones de los yacimientos. Aunque el Therax no vale como combustible o material de construcción, su uso en cosméticos, limpieza y alimentación, lo hicieron un bien codiciado. Por ello, Gabriel y Carmona viajaban allí, para encargarse de encontrar nuevos yacimientos e informar a la empresa que les pagaba, para que esta realizara los trámites para reclamarla.
Iban caminando tranquilos cuando repentinamente un súbito pitido, les hizo detenerse. Carmona reviso su tablet y vio que el dispositivo recién colocado enviaba una señal.
- Creo que tiene algo.
- ¿Qué?- Preguntó su compañero.
A Carmona casi le faltaba aire. Su respiración retumbaba en el interior de su casco. Gabriel se le acerco, extrañado. Al mirar la tablet de su amigo, quedo sin palabras. El dispositivo había detectado un descomunal cuerpo de unos 600 metros de longitud, que se encontraba bajo el hielo. Lo increíble es que se movía.
Bajo sus pies, la banquisa empezó a temblar. El hielo comenzó a resquebrajarse, y ambos hombres pudieron ver como a unos 500 metros de donde se encontraban, el suelo comenzó a abombarse, a ascender. De repente una violenta sacudida que hizo que ambos cayeran al frio y resbaladizo suelo. Carmona intentaba aferrarse algo, pero todo resbalaba. Trozos de hielo y agua caían a su alrededor.
Al alzar sus cabezas, quedaron petrificados. Ante ellos había una descomunal criatura, un animal de gran tamaño cuya piel acorzada y de protuberancias prominentes y puntiagudas era de color azul oscuro. Largos tentáculos de forma aplanada, eran las aletas que usaba para nadar. La bestia dejo caer su cuerpo sobre el hielo y esto provoco que empezara a desmenuzarse en varias piezas. Los dos hombres, al ver como el suelo sobre el que se encontraban cedía al surgir del agua, intentaron aferrarse a los trozos desmenuzados sin éxito. Finalmente, lo que Carmona menos deseaba, le acabo pasando factura. Ahora se hundía en el oscuro fondo marino de Europa.
La gran criatura abrió sus descomunales ojos. Dos grandes esferas color amarillo que se posaron en la estación extractora. Furiosa, se zambullo en el agua, levantando más agua y hielo, directa a su venganza. Contra aquellos que habían osado hacer daño a sus hijos. Mama estaba furiosa.
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