Dicen que una puesta de sol es una de las cosas más bellas que existen, probablemente sea cierto, pero además yo añadiría una chispa de placer, en este caso el placer de saborear una buena copa de vino de Jerez, con ese sabor tan especial y característico, propio de un brebaje de dioses. Hay momentos en la vida que debemos dedicar única y exclusivamente a la contemplación de la misma, momentos íntimos que nos reconcilian con nosotros mismos, la copa sin duda ayuda a ese cometido, que deberíamos hacerlo de una manera más habitual y natural. Doy gracias a la vida por las cosas sencillas, buenas y bellas, es imposible no sentirse afortunado cuando uno contempla la belleza y magnificencia de una puesta de sol y al mismo tiempo saborea un buen vino de jerez, sin este tipo de placeres, ¿Qué sentido tendría la vida? La respuesta es que la vida, como todo, es bella.
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