Mi amor resurgió con un…maduro

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Hola María que te apetece tomar esta mañana, me pregunto sonriendo Alejandro propietario de la cafetería, su voz me produjo un escalofrió, este hombre hace que me sienta turbada nada más oír su voz, Tostadas con aceite y café con leche conteste, llevo acudiendo a este lugar dos meses, desde que me contrataron en la oficina de asuntos sociales, hay que decir que gane unas oposiciones durísimas y que soy licenciada en derecho. En este tiempo observaba como Alejandro hacia su trabajo dirigiendo y ayudando al servicio, no me caía bien me irritaba verlo reír y hablar con los demás como si fuera el mas dichoso del mundo, yo sumida en mis pensamientos triste había pasado media vida estudiando y opositando, en una palabra creía haber perdido mi juventud, y este viejo habrá vivido lo mío y lo suyo, rondaba los 48 años alto de manos grandes pelo ensortijado y sienes canosas.

Que te pasa María te veo pensativa, yo volviendo de mis pensamientos dije nada, nada, es que voy dormida, jajaja eso que habrás salido esta noche dijo. Dejando el servicio, se alejo para recoger la mesa de al lado. Que le importara pensé acabando, pague y marche a mi trabajo, hasta luego dije, cada tarde volvía al salir de la oficina a tomar otro café, ya cuando estaban recogiendo, al entrar de nuevo se acerco Alejandro para traerme el café con leche de cada día, y le dije que hoy no me apetecía, que quería un te, estas bien contesto irónico. Yo irritada le dije puedo tomar lo que quiera, por supuesto matizo y si me permites te invito y me tomo este café que tu no quieres contigo. Sorprendida asentí y el sentándose frente mío me pregunto vives sola verdad?, si como lo sabes? Lo intuía no te enfades, eres poco sociable, pero tienes un encanto especial que cautivas, sin salir de mi asombro note un leve estremecimiento, y capte ardor en las mejillas, que atractivo estaba, Dios mío¡ me miraba fijamente y yo estaba descontrolada.

El sin dejar de mirarme me comento, me gustaría invitarte a cenar, hace días que te miro y me pareces una persona muy sensual atractiva y encantadora, aunque estés siempre a la defensiva, yo note que me desfallecía, Alejandro era lo contrario a mi carácter, extrovertido, alegre. Mañana tengo que madrugar dije, y seguidamente dije pero podemos quedar a tomar una copa, de acuerdo dame tu dirección paso a las 19:30 h, a las 19:10 h tocaron al interfono y era el y yo a medias ante el espejo mirando mi figura, dando vueltas a que ponerme…voy conteste sube que aun tengo un rato te dejo abierto, oí el ruido de la puerta al cerrarse. María¡ puedo tomar algo de tu nevera, otra vez un estremecimiento al oír su voz hizo que mi corazón, se desbocara, de odiarlo por la mañana a desearlo con todas mis fuerzas en pocas horas, cada día visto traje chaqueta para ir a la oficina ancho que no dejan realmente ver mi figura.

Al fin con un vaquero ajustado, una camisa, insinuando mis generosos senos y una cazadora de ante, salí al salón, al verme se puso de pie y vino a darme un beso diciendo estas esplendida, sabia que eras hermosa, pero mi imaginación no ha hecho justicia, otra vez ruborizada con sus palabras solo acerté, tu también estas muy guapo, aunque en realidad pensé estas para comerte, como si adivinara lo que mi cabeza pensaba, cogiéndome por la cintura, me atrajo hacia el mis rodillas apenas podían sostenerme de la emoción al notar su cuerpo pegado al mío, y dándome un dulce beso en los labios me comento, tienes la nevera a tope, te preparo la cena y después salimos a dar una vuelta, ya no le conteste mis labios estaban sellados con los suyos y mientras nuestras lenguas jugaban divertidas, nuestras manos se deslizaban buscando acariciar las zonas mas erógenas de nuestro cuerpo. Lentamente me fue desnudando sin dejar las caricias y el contacto de mi cuerpo entregado ya sin condiciones, su palabras susurrantes me taladraban, como lanzas de deseo.

Sus manos recorrieron gloriosas toda mi espalda con delicadeza, sutilmente, y poco a poco convirtieron mi piel en un jolgorio libre de sensaciones deliciosas. Estaba conmovida. Hundí la cara en la almohada para ocultar mi éxtasis y mis lágrimas.

No pude negarlo. Lo amaba, mi mente no quería reconocerlo, pero mi cuerpo mis sentidos estaban todos rendidos ante el, dios mió me llevaba 20 años y estaba pletórico lleno de vida, yo completamente entregada al mas delicioso juego dejaba escapar pequeños gemidos de placer…

P.D. Vive tu vida y olvídate de tu edad.


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