Andaba por la calle distraída, escuchando música con sus cascos a todo volumen, sus padres no paraban de reñirle por hacer eso, le decían que algún día la iba a pillar un coche pero ella se reía y seguía igual, era su momento, solía andar realmente despacio por la calle para poder alargar el tiempo que pasaba sola con la música, una dependiendo de su estado de ánimo.
Ese día le tocaba aventura, estaba alegre y tenía ganas de cantar porque era viernes, pero también un poco melancólica, su mejor amiga tenía un nuevo novio así que ese día le tocabas estar sola, hasta que lo vio a él, sentado en un banco, solo y con la cabeza gacha, se acercó, al fin y al cabo ellos siempre se habían llevado bien, que su amiga se hubiese cansado de él y lo hubiese tirado a la basura no significaba que ella no pudiese hablarle. Se sentó a su lado en el banco a su lado y le puso uno de sus cascos, se pasaron así un rato, sentados en silencio, escuchando la música y nada más. Lo miró más de cerca, realmente no era un chico tan desagradable, es verdad, no era atractivo, pero tenía unos ojos bonitos y también sus labios lo eran, eran pequeños pero bien delineados, ni demasiado finos ni tampoco demasiado gordos, tampoco su nariz era fea, era proporcionada, ni demasiado pequeña ni demasiado grande, fue así observando todos los detalles y dándose cuenta de que mirándolo de tan cerca era fácil entender porque Luisa se había fijado en él. Entonces él se giró hacía ella, que en su análisis se había ido acercando sin darse cuenta, sus labios se estaban a punto de rozar y para sorpresa de ambos ella se acercó y le dio un suave beso, su primer beso, un beso que jamás había imaginado así y mucho menos con él, pero que se había dejado llevar por sus impulsos y había resultado ser algo mágico y maravilloso, mucho más de lo que lo habrían sido todos esos besos que ella había imaginado. Pues este había sido autentico y espontaneo.
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