Llevaba días sin hablar, ella, la chica más habladora del mundo, la que tantas veces se había pasado hablando todo el tiempo que le era posible sin pararse a respirar, y ahora después de esos días de silencio lo único que dijo fue, ¿Sabes? Es verdad eso que dicen, nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Y en ese momento se rompió, todas las lágrimas y sollozos que llevaba reprimiendo tanto tiempo salieron al fin, todos juntos de manera incontrolable, su delgado cuerpo no dejaba de convulsionarse de tan profundo dolor, y allí estaba el, mirando a la chica más fuerte que había visto en su vida, rota, como una frágil muñeca.
Nunca se habían llevado muy bien, ella era muy independiente y su madre siempre intentaba tenerla bajo sus faldas, ya desde niña las disputas eran continuas, nunca estaban de acuerdo, y con los años esto se fue agravando, Alicia solo quería volar, y Elisa solo quería mantenerla a su lado por siempre, además ella era tan abierta de mente, no tenía prejuicios y respetaba a todo el mundo por diferente que fuera, es más le gustaba la gente diferente. Su madre en cambio, una mujer demasiado chapada a la antigua y a la fe católica no era capaz de entender muchas cosas, por eso la relación con su hija se fue deteriorando día a día. Mientras Alicia crecía no era capaz de ver nada bueno en su madre, por eso cuando cumplió la mayoría de edad buscó un trabajo y se fue de casa, lo más lejos que pudo intentando huir de su madre y de sus brazos demasiado apretados que no la dejaban volar. Al principio la llamaba y visitaba en fechas señaladas, pero luego mientras más lejos se iba y más tiempo pasaba se fue olvidando de ella, las llamadas eran cada vez menos y las visitas se convirtieron en algo nulo. Hasta que la última vez que se mudó ni siquiera le dio el teléfono a su madre. Llevaba diez años sin verla ni hablar con la persona que más la había querido en el mundo.
Por eso el día que recibió una llamada de la hermana de su madre diciéndole que había muerto no se lo podía creer, fue lo más rápido que pudo a su pueblo natal y cuando llegó a casa encontró a las hermanas de su madre llorando, pues, Elisa había muerto, Alicia no fue capaz de decir nada, sus tías le dijeron que había sido el cáncer el que había acabado con ella, que había intentado llamarla todo el tiempo, contarle su enfermedad y pedirle perdón por no haber sido una madre mejor, pero no fue capaz de encontrarla.
En ese momento Alicia se calló, no dijo nada, ni una palabra, pues todas las palabras que tenía iban dirigidas a su madre, a la que ya no podría decírselas, todos los te quieros que no le había dicho nunca, quería pedirle perdón por haberse ido, por no haber intentado entenderla, por no haber comprendido que el motivo de su madre para quererla amarrar a su lado no era el egoísmo que ella siempre había querido ver, sino el amor tan fuerte que le tenía y un intento de que nadie hiciera daño a su princesa.
Y sin embargo, se había dado cuenta de esto demasiado tarde, ya no podría decírselo nunca su madre se había ido para siempre.
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