LA PAREJA

LA PAREJA

Su siquiatra no había podido hacer nada al respecto.

Se peleaban y se querían.

Durante el día uno y otro se toleraban.

Él la amaba. Seguro que la amaba!.

Convivían hace muchísimo tiempo. En silencio.

Él apenas le hablaba. Ella casi nunca respondía.

Se conocieron cuando su última mujer, que lo había acompañado buena parte de su vida, lo abandonó.

Pero de esto había pasado tanto tiempo que él ya ni la recordaba.

Alguna foto, algún recuerdo de esa otra mujer, aún quedaban en la casa.

Y ella, en eso no se metía; todo estaba igual que cuando se instaló a vivir con él. En realidad, ella, no se metía en casi nada.

Sólo estaba en la relación que compartía con el dueño de casa. Y tal vez también, en las cosas de su corazón.

Él pensaba a veces que ella no tenía sentimientos. Y visto de afuera, tal vez tenía razón.

Pero la relación así como estaba, funcionaba. Casi no se molestaban.

Y ya hacía mucho que compartían sus vidas, su tiempo. Se acompañaban entrañablemente. A veces, él pensaba que era la compañera perfecta.

Cuando alguien iba por la casa, ella desaparecía de la vista. Casi como si no existiera. Discretamente.

Pero los amigos de él, sabían de su existencia. No podían hacer nada. Y cuando alguien sacaba este tema, él le quitaba importancia.

Ella reaparecía cuando las visitas se iban. No enjuiciaba a nadie nunca. A veces, a él le hubiese gustado tener una opinión suya.

Pero ella lo quería sólo para si misma. No entendía eso de compartir.

En los sueños de él, ella era un personaje constante. Porque ella siempre estaba. No lo abandonaba.

Dormían, caminaban, paseaban juntos. Y ella, a pesar de sus silencios, era su pareja.

Ella estaba segura que lo acompañaría hasta el final.

Desapareció el día de su muerte.

Su pareja era la soledad.