Todo ocurrió una lluviosa tarde en un pueblecillo de la costa valenciana, Diego, mi pareja, vino a verme esa tarde helada de invierno, estaba mojado por la lluvia y congelado de pies a cabeza. Le preparé un café caliente con algo para llenar el estómago, estuvimos charlando y subimos a mi cuarto a ver la televisión.
Mi dormitorio, con una cama de matrimonio, televisión de plasma y un pequeño cuarto de baño parecía sacado de un hotel, pocas veces se veía desordenado y tenía un aroma a colonia de bebé.
Llegamos y como ya estaba oscuro fuera me puse el pijamas mientras el encendía la televisión, decidí ponerme un camisón corto negro de encaje semitransparente que dejaba a la vista mis pechos. Nos acostamos en la cama juntos y nos dispusimos a ver un rato la televisión. Tras unos minutos me giré a Diego y le besé con ternura, el añadió un poco de pasión y deslizó sus manos bajo mi camisón agarrando mi trasero con una fuerza media, estaba sobre mi pareja y le empecé a besar el cuello lentamente, sentía como su pene se erectaba y se sentó y se puso encima de mi, cogió mi minúsculo tanga y me lo quitó dejando mis húmedas partes al descubierto, en ese momento vi el deseo en sus ojos verdes y me dispuse a desnudarle poco a poco. Una vez estuvo sin ropa se lanzó sobre mi cuello haciéndome estremecer con cada beso suyo en mi piel y poco a poco nos unimos en una persona.
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