EL VIAJE

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      Era esa hora de la madrugada donde su trabajo de taxista tomaba un respiro. Minutos de andar vacío entre viaje y viaje. Minutos donde la menta divaga sin rumbo cierto.

            Estaba manejando cuando de repente sintió un estremecimiento, un escalofrío que recorrió todo su cuerpo y tuvo la sensación que no estaba solo en el automóvil. Miró hacia atrás, despacio y con desconfianza, pero no había nadie. Estaría soñando?

            Pero la sensación se repitió minutos después. Otra vez el mismo escalofrío. Por un momento dudó. No habría hecho subir a un pasajero y luego lo olvidó? Si era así donde debía llevarlo? Por un instante sintió miedo de mirar hacia el asiento trasero. Tomó fuerzas y miró. Nada. Estaba solo.

      Su imaginación comenzó a levantar vuelo. A idear presencias. A soñar conversaciones. Hasta se vio hablando sólo en la esperanza de una respuesta. Pero la realidad era que seguía andando por las calles de Buenos Aires en soledad.

            El trabajo del taxista lo lleva sin rumbo fijo, aunque tiene generalmente ciertas rutinas que repite según los buenos resultados que ha obtenido. Pero sigue siendo un nómade en la ciudad. Así, sin buscar deliberadamente ningún rumbo, fue alejándose esa noche de sus costumbres y encaró hacia lugares menos transitados y generalmente más oscuros.

            Estaba en el medio de la nada, una calle de barrio con pocas luces, donde ni siquiera veía algún perro noctámbulo. Su mente funcionaba rara, como abstraída e independiente de su voluntad. Estaba donde estaba pero ni siquiera podía decir cuándo y cómo había decidido el rumbo.

            Ahí volvió a sentir el estremecimiento. Su cuerpo casi temblaba y no lo podía controlar. Se volvió bruscamente hacia el asiento trasero, quizás en la esperanza de tomar desprevenido al supuesto espíritu invasor, Le pareció ver una sombra, sería su imaginación ya? Le imaginó una capucha negra que no dejaba ver el rostro, que era una sombra dentro de otra sombra.

            No pudo quitar los ojos de su visión. Quedó como duro, absorto. Sus sentidos parecieron desaparecer por un momento. Momento fatal el suyo, porque no podía advertir el desvió de su automóvil hacia el camión detenido junto a la acera. Una súbita explosión y el ruido a cristales rotos lo despertó, pero fue sólo un instante, luego entró en un sueño infinito.


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