Solía ocurrir que sonaba el teléfono en su lugar de trabajo, en un día característico del mes, sin identificar ni día ni hora esa llamada siempre estaba allí. Solía ocurrir que la voz detrás del teléfono era tan seductora que las palabras que utilizaba se volvían como pompas de jabón y se espumaban sin quedar rastros. Joaquín sin conocerlo se imagina el rostro, el cuerpo e incluso el perfume que percibía por el sentido más potenciado: El deseo. Trascurría los días, los meses, los años, y esa llamada alimentaba la fantasía del joven que incluso en ocasiones le quitaba el sueño. Hablaba el del amor. Pero como amar a un desconocido? Amaba la firmeza de su voz, el suspiro de su aliento en el teléfono, sus chistes, e incluso las preguntas más absurdas. El estaba trabajando, pero a su vez soñaba con salir volando a donde este y concretar esas aventuras tan locas como seria la de estar allí y decepcionarse... pasabas las estaciones, y Joaquín por fin había obtenido el tan anhelado ascenso, hoy el podría visitar a aquellos detrás del teléfono, pero le quitaba el sueño y la vergüenza llegar junto a el... le quitaba el sueño de la decepción, y la vergüenza de haber dicho algo que lo delatara en esas llamadas, puesto que el del otro lado del teléfono, era un hombre y era casado. Llego el día; Joaquín tomo coraje y entro a ese lugar, apenas ingreso y reconoció la voz, su alma se llena de regocijo ese día tan frío de invierno, el hombre lo miro y lo invito a pasar, no sin antes darle a entender lo encantado que estaba de conocerlo. El aire y las miradas confabularon en su interior para darle a entender que la atracción del otro hacia el existía. ¿Pero como romper el hielo cuando ambos ya comprometidos con la vida ordenada familiar se atraen hasta la locura? solo el tiempo lo dirá, mas hoy sabe Joaquín que vale la pena seguir alimentando su sueño todos los meses cuando lo visita. Y algún día será primavera....
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