La luz verde

Me acostumbre en pocos días a sentir tu presencia.

Esa especie de locura cibernética.

A mi derecha se enciende la luz verde y me acuerdo que tengo un corazón.

Los latidos quieren escaparse de mi pecho.

Y siento un perfume lejano.

¿Perfume a ilusión?

Aunque no me atreva todavía a un hola, espero que esa luz verde no desaparezca de la pantalla, no quiero que te alejes…

Tampoco hago nada para retenerte, me gusta pensar que estas ahí quizá haciendo lo mismo que yo, esperando.

Y sigo dando vueltas, en un carrusel de ideas, en un laberinto de sentimientos, coraje, cobardía, temor, coraje, coraje, coraje, me repito desde adentro, pero el cerebro se hace sordo.

Y el corazón todavía no esta fuerte, no se atreve.

Se apagó la luz verde, sin siquiera despedirte te siento lejos otra vez.

Me saca una sonrisa pensar que con apenas un click de mouse serías mío, y me saca una cana pensar que soy tan cobarde y le tengo tanto miedo al fracaso que no me animo a hacerlo.

Donde está esa niña que no le temía a nadie excepto a ella misma?

Esa niña se hizo mujer?

No me puedo haber enamorado de una imagen.

De un rostro, de imaginar como debes ser. No puedo.

¿ O si puedo?

Veo más allá de esos ojos claros?

¿Es más triste no animarme a actuar o es más triste dejar disolver el sentimiento que causa está ilusión?

Por ahora lo más triste que las preguntas anteriores, es pensar en que se apagó la luz verde y tengo que esperar hasta mañana, que  vuelva a encenderse…