Corría el año del 75, para entonces yo veinte años tenía, nos juntábamos amigas y amigos del barrio y hacíamos tardeadas caseras los sábados, había botanas algunas cervezas o alguna pequeña botella de brandy o ron, pero realmente lo disfrutábamos bailando, echando relajo, platicando y fumando cigarrillos. En ese tiempo solo yo estaba sin novia, ellos hacían parejas, se abrazaban y besuqueaban pero sin mucha malicia pues estábamos en la casa de alguno de nosotros, había respeto.
En eso estábamos cuando se me acerco uno de mis amigos y me pregunto el porqué no me hacia novio de una de sus hermanas, me extraño un poco su cuestionamiento y sonreí apenado, me insistió diciéndome que era en serio, que me la presentaría la próxima tardeada pues ella tampoco tenía novio. La verdad es que a ella la había visto si acaso un par de veces, me parecía muy atractiva, pero como no hacia ronda con nosotros pues no la ubicaba bien.
Llego el dichoso sábado y había programa de reunirnos por la tarde precisamente en la casa de mi amigo quien me presentaría a su hermana, por cierto era un 24 de Diciembre y había que declararme con ella en esa reunión. Previamente nos juntamos todas y todos y vacilándome algunos apostaron a que me rechazaría y otros que me aceptaría. Llegado el momento y habiendo comenzado el baile, ella bajo de la planta alta de su casa y se incorporo al grupo, su hermano se anticipo y nos presento, le pedí que bailáramos y acepto, bailamos varias piezas, platicamos de ella y de mi, nos reímos, la veía muy linda y cuando sentí que era el momento me arme de valor y le pedí que fuera mi novia, increíble me acepto gustosa; así sin dejar de bailar nos acercamos a donde su hermano bailaba y delante de él le pedí a ella que me regalara un beso en prueba de su aceptación y me lo dio muy apasionado, su hermano y todos los demás no cabían de la impresión, lo había logrado sin tanto lio.
Pasaron al caso tres meses de un excelente noviazgo, traía yo de novia a la chamaca más linda del grupo y del barrio, eso me hacía sentir superior a cualquiera y aquí bien lo malo pues comencé a perder piso y hacer puras burradas. En la siguiente reunión o tardeada me presente muy ensalzado y ella me recibió con mucho entusiasmo, me abrazo, me lleno de besos y caricias, a cambio yo le tenía una sorpresa muy desagradable; le pedí sentarnos, ella se extraño de que no respondiera a su saludo con la misma efusividad, me pregunto de que se trataba e inicie diciéndole que había pensado que nos dejáramos de ver por un mes pues quería yo comprobar que realmente sentía algo por ella y ella como repuesta comenzó a llorar pidiéndome que solo fuera por una semana y le insistí que sería como yo decía, ya no me contesto, le pide llevarla a su casa y se negó.
A los primeros días de la siguiente semana, ya yo tenía ganas de verla y recordando que ella solo quería una semana, fui a buscarla y se negó, fui a la siguiente semana y se negó así hasta transcurridos los treinta días que yo había impuesto. Muy confiado en que ahora si me atendería me presente en la puerta de su casa y nuevamente fui negado; con el tiempo me cambie de domicilio y de Estado de la Republica, así que han pasado casi cuarenta años de mi estupidez y nunca la volví a ver y lo peor es que no la he podido olvidar, quien me lo manda por BRUTO.
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